En psicología del sentimiento se discute
acerca de la posibilidad de esrados neutros, esto es, indiferentes al placer y
al dolor. Están por la afirmativa Reid, Bain y Ribot;
Hamilton y Sully dudan y Leibniz, Condillac y Höffding lo
niegan. Teóricamente, parece lógico suponer que entre el placer y el dolor
máximos hay una serie de estados intermedios y un punto equidistannte que
representaría la indiferencia afectiva. Se alega, sin embargo, contra la
existencia de sensaciones indiferentes:
§ 1º: la naturaleza misma de la
afección sensible, que expresa siempre una situación favorable o desfavorable
respecto de nuestras inclinaciones
§ 2º: relatividad del placer y del
dolor, que hace que estados que parecen indiferentes lo sean solamente por su
relación con los estados actuales.
Hay que añadir a esto que de multitud de
sensaciones no nos damos cuenta por ser habituales y que no hay ningún
inconveniente en admitr una serie no interrumpida de intermediarios entre el
placer y el dolor sin introducir en la serie un punto neutro. La suposición de
estados neutros, como dice Höffding, proviene no solo de que se desdeñan los
grados más tenues de placer y dolor, sino también de que se padece una
confusión entre el estado general del espíritu y el efecto producido por
algunas representaciones y experiencias particulares. Este estado general no
deja de estar determinado en cada instante por el predomio, ya del palcer, ya
del dolor.
En la doctrina de la voluntad, la indiferencia
o exención de necesidad constituye las distintas formas del acto libre. La
libertad de indiferencia ha sido interpretada como libertad de determinarse sin
motivos, ante bienes de valor distinto o bienes iguales. Leibniz negaba que
hubiera indiferencia de equilibrio en el proceso voluntario pues, según él, la
voluntad se determina siempre por el mayor motivo.
En filosofía moral se plantea igualmente la cuestión de la existencia de
actos morales indiferentes, esto es, ni buenos ni malos; cuestión que
comporta una solución análoga a la de los estados neutros afectivos. Todo
momento de la actividad humana pesa en un sentido u otro en la totalidad de la
vida del individuo; si nos acerca a nuestra perfección el acto es bueno, si nos
aparta de ella, es malo.
En la filosofía de Schelling, la indiferencia es el carácter
esencial de lo absoluto; como máxima indeterminación es el origen de todos los
seres; es la razón absoluta, principio de la razón subjetiva y de la razón
objetiva.

No hay comentarios:
Publicar un comentario